jueves, 22 de noviembre de 2012

LUZ

 Luz saltó sobre una nube, cogió al príncipe Tod del brazo y saltó sobre la alfombra mágica que se encontraba a medio metro de distancia. Fue volando en ella hasta el dormitorio del palacio. Tumbada en la cama estaba Felicia, la princesa.

-He perdido mi corona. Luz, ayúdame
-Venga conmigo princesa.
Felicia se subió a la alfombra y fueron a buscarla. Llegaron a la mazmorra y encontraron al dragón que la protegía. Luz saltó sobre él y le ató el collar mágico en el cuello. Ahora el dragón era bueno.
La chica cogió la corona y se la posó a la princesa en la cabeza.
El sonido de las llaves abriendo la puerta la devolvió a la realidad. Su madre entró en la habitación. Luz fue corriendo a saludarla.
-¡No! Luz, no te acerques a la puerta. Te lo he dicho mil veces.
Luz se paró en seco. La mujer cerró la puerta y se aseguró de que todas las ventanas estaban cerradas, las contraventanas puestas y las cortinas corridas. No paró hasta estar completamente segura de que no podía entrar ni un solo rayo de luz.
-Vete a tu cuarto con tus muñecos, pero pon esa alfombra en su sitio, y lleva ese cuenco a la cocina. Venga, que tu profesor está a punto de llegar.
-Sí mamá
-Ah, y apaga la vela cuando termines.
La mujer se dirigió a su habitación y se sentó en la cama. Sacó los informes del médico de su bolso y los leyó entre lágrimas.

Su hija nunca tendría una vida normal.

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