jueves, 22 de noviembre de 2012

MISOREN

 


Era feliz. Eso fue lo único que pensaron Tulipa y Frederich cuando vieron a su pequeño Misoren abrir sus regalos de Navidad.
El niño cogió el camión de juguete y empezó a jugar con él.
-¡Mirad!-exclamó encantado- No vuela, va con ruedas por el suelo.
-Claro hijo- su padre se puso en cuclillas frente a él y le tocó la nariz. –Eso es porque es del mundo de los humanos. Un lugar mágico en el que las personas no tienen alas y viajan en transportes terrestres. De ese mundo es Papá Fernando, el hombre que recorre las calles en su tractor la noche de Navidad y les hace regalos a los niños.
-¿En serio?
-Claro- mintió el padre.
Tulipa sonrió algo apartada.
-Qué guachi. Ojala yo fuera un humano, estoy harto de ser algo tan aburrido. Bueno voy a enseñarle el camión mágico a mis amigos- el niño salió volando de casa aleteando torpemente antes de que sus padre tuvieran tiempo de objetar algo.
-No podemos dejar que siga creyendo en cuentos de humanos- comentó Tulipa. Está creciendo, y dentro de poco será un hada adulto. Deberíamos quitarle esas estúpidas fantasías de que los humanos existen.
Se le notaba el enfado.
-Pero si le quitamos sus sueños de niño, si le decimos que este es el único mundo que existe y los humanos no son más que fantasías. ¿Qué le quedará?

-La realidad- la mujer desplegó sus alas y fue a la cocina a servirse un cóctel de polvo de hada bien cargado.

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